
¡Hóla, mi emperador! ¿Qué es éso? ¿El gran emperador romano está bajoneado? ¡Cómo puede ser eso? ¡Quiere eso decir que mi amistad, que mi cariño, que mi amor no le sirven de nada? Llegué a tu vida pensando que iba a poner una pizca de alegría y sonrisas en la relación que te estaba brindando. ¡Y ahora te encuentro deprimido! ¡Vamos, que no se diga! ¿Cómo va a conquistar el mundo el gran emperador, sin llenar su alma de amor y de alegría? ¡Cómo haría yo para que tu carita se iluminara con la benefectora antorcha de una sonrisa? Quiero servirte aunque sea para eso. Deja de lado todo ese enorme trabajo que estás haciendo para mí. No tiene importancia. Lo importante somos tú y yo. Y nuestra importancia se tiene que traducir en optimismo. El sol, para tí, está saliendo en este momento. En este momento en que te estoy abrazando con calor de amigo, sin pensar en ningua otra cosa que en tu bienestar. ¡Vamos, macho! ¡Adelante hay mundo que te espera! Las cosas te irán saliendo cada vez mejor.... te acercarás a tu casa... gozarás de un amor grande como el que yo estoy en condiciones de brindarte... y seremos felices. En algún momento nos reiremos de esta cruel distancia que nos separa, pero que también nos une, porque con la imaginación siempre estamos juntos, apoyandonos, dándonos mutuo placer. Te amo. ¿Eso no te alcanza para fundar la esperanza de una vida mejor? Cuenta conmigo para todo lo que quieras. ¡Aquí estoy, esperando tus órdenes! Tuyo, totalmente, sin reserva alguna.
J.A.R

No hay comentarios:
Publicar un comentario